Sin industria no habrá progreso

admin 5 de noviembre de 2015 0
Sin industria no habrá progreso

Aurelio Azaña

El año 2020 está ya a la vuelta de la esquina y, una vez más, nos pilla con los deberes sin hacer. El objetivo para que en 2020 el 20% del PIB sea de procedencia indus­trial está aún lejos de conseguirse.

Todos hablan ya de la necesidad de industrializar Andalucía, Espa­ña y, lo que es aún más preocu­pante, de la necesidad de indus­trializar Europa.

Todos tienen en su lista de tareas hablar en sus discursos sobre la necesidad de un mayor peso a la industria: políticos, sindicatos, patronales, fuerzas sociales dis­pares, industriales, organizacio­nes de distintas procedencias y fines… todos. Pero nadie, o casi nadie, aporta ideas concretas ni indica cómo hay que afrontar este necesario proceso.

Hemos gastado ya mucho dine­ro público encargando informes a universidades, empresas consul­toras y gurús y al final todos esos documentos vienen a decir lo mismo: Europa con los informes des­tinados a la Comisión que piden urgentemente fondos para esa política industrial; España con su documento para el fortalecimiento de la industria española; Anda­lucía con su estrategia industrial cuyo documento de síntesis no encuentro por ningún sitio; o el resto de las comunidades autóno­mas con iniciativas de todo tipo, en espera de que algún mago de la consultoría o la ingeniería le dé a los políticos la idea maestra que les alumbre el camino por el que orientar sus pasos.

En este espectro confuso y di­fuso, la recientemente constituida ASIAN (Asociación Superior de la Ingeniería de Andalucía) ha publi­cado un documento que, bajo el nombre ‘50 medidas para trans­formar Andalucía’, da una serie de indicaciones cuya implantación podría suponer el despegue de Andalucía como epicentro tecnológico e industrial de Europa. ASIAN está constitui­da por colegios y asociaciones de ingenieros de Andalucía per­tenecientes a las nueve ramas tradicionales de la ingeniería, re­presentando a más de 12.000 in­genieros de toda nuestra región. Por lo menos alguien que no es sospechoso de defender intere­ses partidistas, económicos, ideo­lógicos o de otro tipo se pronuncia con unos criterios técnicos dados por expertos.

El documento está bien estructu­rado por sectores, dando medidas concretas para cada uno: el sector agroalimentario, el minero, el ae­roespacial, el energético, el indus­trial, el forestal y medioambiental, el naval, la logística, la construc­ción, la obra pública y el de las tecnologías de la información. En esencia, once sectores que, de fomentarlos con una estrategia adecuada, pueden significar un repunte para Andalucía en lo que a tecnificación e industrialización se refiere. Gracias a ello se irá erra­dicando la emigración de nuestros jóvenes que abandonan Andalucía en busca de un futuro mejor, o al menos igual, que el que tuvieron sus padres.

A mi entender, de todas las me­didas haría una breve síntesis: hace falta que la administración tome con firmeza la necesidad de industrializar Andalucía ponien­do el fomento de la industria en el escalafón más alto de la jerar­quía administrativa. Es necesa­rio un nuevo enfoque para que la Administración sea más un faci­litador de la industrialización que un mero archivero de los papeles de la industria. También urge que se tomen las medidas necesa­rias para facilitar la atracción de inversiones, necesitando nuestra comunidad ser proactiva a la hora de captarlos allí don­de estén los focos de decisión. Ligado a lo anterior, hace falta vender la marca Andalucía como enclave in­dustrial apostando decididamente por la tecnología y los espacios industriales, centros tecnológicos y zonas francas. Algo esencial en un modelo industrial como el que se pretende para Andalucía hace necesario apoyar la especializa­ción inteligente y la integración de procesos para que nuestra comu­nidad no sea un mero exportador de materias primas, sino que todo el valor añadido se genere en la re­gión. Por último, señalar el fomento de la mejora de la productividad de las empresas industriales con ener­gía barata para poder competir, además de poner fin al desman­telamiento de las industrias que se ha producido con la perniciosa ley concursal que hemos tenido.

Ahora falta que los políticos y los gobernantes tomen nota, escuchen a los técnicos y tomen las medidas apropiadas para no perder el último tren hacia el progreso y la coloca­ción de la comunidad autónoma andaluza en el lugar que le corres­ponde. No me cansaré de repetirlo: sin industria no habrá progreso para Andalucía a largo plazo.

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